POR: Paula Andrea Salas Florez.
 
 
Las marcas son algo más que distintivos comerciales que crean valor y ventaja competitiva a los negocios, son expectativas y experiencias que las personas adquieren cuando conocen el producto o el servicio que se está ofreciendo. Sin embargo, su permanencia  en el tiempo ya no depende de buenos comerciales ni  mucho menos de campañas publicitarias complejas, depende del impacto que la marca tiene en la vida cotidiana de las personas y de cómo se gestione su relevancia en el negocio que la construye y la ve crecer en el tiempo.
 
Las marcas, al igual que las personas, a medida que crecen, van definiendo su rol en una sociedad y adquieren ciertas características que las diferencian de las demás. Son capaces de cambiar y aprender de acuerdo al entorno en el que se encuentren o simplemente pueden adaptasen a los desafíos que se les presenten.
 
Tienen personalidad, algunas son polifacéticas, como el caso de eBay, una empresa dedicada al comercio electrónico, no se define ni se especializa  en un solo producto, puede convertirse en una marca que representa la satisfacción de necesidades y preferencias de las personas en cualquier tipo de sector comercial.
 
Unas son más tradicionales como Ramo por ejemplo, que con más de 50 años en el mercado no ha cambiado la esencia de su marca, ni siquiera su logo; Y sin embargo, ha demostrado que crece con sus clientes, probando que Ramo no es solo una empresa que venden productos de repostería, sino que es una marca que entrega experiencias familiares.
 
Otras son más revolucionarias, que como Apple, han logrado perfeccionarse a medida que pasan los años, siempre están actualizadas y nunca dejan de crear e innovar. Son unos líderes, logran que las personas las sigan y confíen en ellas, mueven las masas y convierten todo lo que imaginan en realidad, no siguen caminos, los crean.
 
A las marcas les gusta crear tendencias y a la vez siempre estar a la moda, les gusta competir y ser aceptadas por la sociedad, porque el reconocimiento es inherente al ser humano y mucho más en las marcas ya que de ello depende su permanencia en el tiempo y en el mercado.
 
Las marcas deben dejar de verse como imágenes corporativas, deben ser parte de las personas y del mismo negocio, de tal forma que se genere un sentido de pertenencia en ambas partes porque así como las personas, las marcas revelan estilos de vida, emociones y experiencias que hacen de una promesa el resultado de una experiencia vivida.