Durante miles de años poseer objetos ha sido relevante para la humanidad. Los Incas consideraban el oro como las “lágrimas de los dioses”, por ende dedicaban sus vidas a acumular este material divino. Por otra parte, los egipcios enterraban a sus muertos junto a sus pertenecías más valiosas, pensando que podrían necesitarlas en la otra vida.
 
El culto a lo material ha sido vivido de diferentes maneras por civilizaciones de todo el mundo, por ejemplo, cientos adoptaron la idolatría para alcanzar la trascendencia espiritual. En el plano social, lo material también ha sido relevante. Al mejor estilo de la Corona Inglesa, la acumulación material ha sido sinónimo de poder, lujo y sofisticación. Piense en las joyas de la Corona.
 
Sin embargo, y sin que muchos nos diéramos cuenta, el mundo ha cambiado. Hoy los ricos, lejos de vestir joyas y trajes, se visten como los demás. Piense en Steve Jobs con sus vaqueros azules y camiseta negra, o en Mark Zuckerberg con su colección de camisetas grises, o Richard Brandson con su estilo informal y descompilado. Incluso, personajes colombianos como Don José María  Acevedo (fundador de Haceb) quien tiene todavía tiene el mismo Renault 4 que manejaba hace 30 años, o Arturo Calle que nunca utiliza ropa de marca, parecen seguir la tendencia.
 
¿Qué está pasando?
 
Culturalmente estamos sufriendo una transición, donde es más impórtate vivir que tener. Al parecer, por convenio social, los bienes materiales ya no son tan bien vistos como antes. Si se ponen a pensar, hoy alabamos a quienes viajan, comen y experimentan; y criticamos a quienes compran bienes suntuosos u objetos extravagantes.
 
Y a fin de cuentas: ¿Qué diferencia existe entre un reloj y un viaje?
 
Este cambio en los valores de nuestra sociedad ha marcado un nuevo camino para el mundo de los negocios. Mientras los productos perecen y se devalúan, las experiencias se reviven durante toda una vida. Este concepto de “memorias para toda la vida” ha sido explotado por marcas como Disney  ¿ha visto usted el letrero a la entrada de Magic Kindom que dice: Let memories begin? Al parecer eso es lo que más importa hoy, lo que recordamos y vivimos.
 
De esta manera, hemos pasado de una economía de productos, a una economía de servicios. La velocidad a la que transcurre nuestra vida no da cabida a acumular objetos materiales. Hoy en día es mejor alquilar, o compartir, pues sale más económico e implica menos responsabilidades. Para eso está la nueva economía de los servicios, cientos de empresas en el mundo están dedicadas a ello y exploran este nuevo mercado con resultados sorprendentes.
 
¿Cómo piensa su marca aprovechar el cambio?