Llegamos, ¿dónde prefieren? nos preguntaron amablemente las personas del local, – se puede en la manga (césped), en las mesas o en la zona cubierta- Escogimos la última opción dado que se trataba de una noche lluviosa. Desde ese momento todo empezó bien, ¡se nota que en Alamnga piensan en todo!
El lugar era mágico, simulaba perfectamente un picnic pero con la ventaja que no padecíamos la lluvia y podíamos disfrutar como si se tratara de una noche estrellada. Manga artificial, instalación de pequeñas luces alrededor del lugar que le daba un ambiente bastante cálido, flores, canastas, recipientes de aluminio de épocas pasadas, manteles de cuadros rojos y blancos, pacas de paja y una serie de detalles que nos hicieron sentir como en una película, algo así como un paréntesis en medio del corre-corre de la ciudad y de la vida diaria.
La experiencia de marca fue increíble, todo lo quisimos testear y pasó la prueba con mención de honor. Una carta clara e interactiva, compuesta por un menú bastante acertado para el lugar, una comida deliciosa y perfectamente presentada de acuerdo con las condiciones como el estar sentado en el piso y no tener mesa para trinchar ni apoyar, unas bebidas deliciosas que hacían desde su presentación parte de la magia, y una atención propia de un excelente entrenamiento en servicio.
Como se trataba de un lugar nuevo del local, le dimos al dueño algunas sugerencias, que sin duda, la próxima vez que visitemos Alamanga, junto con otras ideas que conversamos sobre branding, serán parte de la experiencia del restaurante y harán del picnic – parrilla un lugar aún más encantador. Volveremos en una próxima oportunidad para seguir viendo a mis estudiantes triunfar, ¡qué alegría!