Conversando con el Jefe de Marca de Bon-Bon-Bum

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Autor: Joan Fernandez Puig
Bon-Bon-Bum, la marca emblemática de Colombina, que se caracteriza por su chicle interior, nació en 1970, dando origen a la revolución del mercado de las chupetas y triplicar las ventas de la organización con sólo un año de existencia.
La marca que actualmente hace el 25% de las ventas de Colombina, hoy enfrenta grandes retos, tales como su necesidad de luchar con su nombre genérico que hoy denomina la categoría de chupetas o bombones, y el reto de estar siempre joven para su mercado objetivo.
¿Cómo lograrlo? Este es el desafío de Bernardo Mejía, con quien tuvimos la oportunidad de conversar en días pasados en Bogotá.
Los mil bombones que se producen en el Valle del Cauca (Colombia) por minuto, son distribuidos en más de 150 mil tiendas del país, grandes cadenas y en el mercado internacional, donde a más de uno han logrado conquistar su paladar.
Sin duda, su tradición, capacidad productiva, innovación como bandera de marca, alta distribución, portabilidad y bajo precio, son fortalezas en las que la marca puede apalancarse para enfrentar los retos que cada vez más le demanda el mercado.
¿Qué pasaría si con esos valores la marca Bon-Bon-Bum involucra aún más a su consumidor a través del concepto de co-creación?
Una alternativa para mantener la marca en el corazón de su consumidor sería tenerlo presente en los nuevos desarrollos de la marca, como por ejemplo, premiando al que mejor diseñe su nuevo rejuvenecimiento de marca, su nuevo empaque, su nuevo sabor, y por qué no, su nueva extensión de marca.
Nada de loco tiene lo anterior, pues como dice el slogan de la marca sombrilla (Colombina), “el sabor es infinito”.