Los inicios de esta grandiosa marca se dieron en los años 40. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército de Estados Unidos anunció a todos los fabricantes de carros que necesitaba un vehículo militar nuevo. De ahí nació el Jepp Willys MA, conocido como el héroe estadounidense. Este vehículo fue nombrado por la revista Time como uno de los diez automóviles más importantes del siglo XX.
Desde ese momento, la marca Jeep se posicionó como el líder en tecnología 4×4. En los 50 comenzaron a diseñar vehículos recreativos e incursionaron en otro mercado con gran éxito pues estos carros tenían una ingeniería muy avanzada al alcance de todos.
Pero hay un hecho que llamó la atención del mundo del marketing, más específicamente en la investigación de mercados.
En los 90 el vehículo Jeep Wrangler comenzó a perder su posición en el mercado siendo ocupado por los denominado SUV. Chrysler, en su preocupación por recuperar el mercado puso en marchas varias investigaciones de mercados para poder entender qué era lo que estaba ocurriendo con su producto.
Como resultado de estas investigaciones se encontró que el vehículo Jeep Wrangler en la mente de los estadounidenses tenía como significado inconsciente el caballo. En ese momento el Wrangler tenía sus luces (farolas) en forma de cuadrado; este fue el primer cambio significativo que se le hizo al vehículo: Sus luces pasaron a ser redondas como los ojos de este animal. También entendieron que no era cuestión de agregarle lujos al vehículo y que mantener el techo descubierto era importante ya que a los conductores les gusta sentir el viento al igual que cuando se jinetea un caballo.
La respuesta positiva fue inmediata. El vehículo se volvió a posicionar en el mercado y hasta hoy en día se sigue vendiendo exitosamente. Este caso ha sido ejemplo durante años sobre la importancia de la investigación de mercados para poder entender y resolver un problema.