Una marca debe sorprender a sus consumidores, y nunca debería comunicar todo lo que va a entregar, ni mucho menos exceder en sus promesas. Un ejemplo claro, es el título de este artículo; después de semejante afirmación, es imposible escribir algo que sorprenda. Incluso es probable que usted esté decepcionado.
¿Por qué ocurre esto? Porque la satisfacción que otorga cualquier experiencia, parte de la expectativa que se tenía sobre ella.
Para entender este concepto pongamos un ejemplo: La Estatua de la Libertad. Muchos han tenido tantas expectativas sobre ella antes de conocerla, que después de verla afirman –maravillosa, pero me imaginé que era más grande– En cambio, en un restaurante; ¿quién no se ha alegrado al recibir una entrada que no ha pedido?
El Cielo, uno de los mejores restaurantes de Colombia, es un experto en sorprender. Juega con la ansiedad del comensal y lo fascina a través de la confusión de sus sentidos. Lo más importante, es que su carta está en constante evolución por lo cual nunca se vuelve dos veces a vivir la misma experiencia de marca. Por eso es uno de los mejores.
Evite ser predecible, hinchado, absoluto; nunca prometa lo más, lo mejor o lo máximo, aunque pueda ser verdad. Como El Cielo, emplee el misterio, la seducción y la sorpresa como herramientas para el éxito.
Recuerde, la expectativa del consumidor será influenciadora del resultado de la experiencia. Administre las expectativas y logrará satisfacer a su consumidor. Es fundamental que su usuario no conozca todo de su marca, así, cuando interactúe con ella, recibirá más de lo que espera que se traducirá en satisfacción.
No dice nada sustancial este articulo. Como bien lo dijeron en la nota: «Una marca debe sorprender a sus consumidores, y nunca debería comunicar todo lo que va a entregar»