Cuando el capricho de un cliente cambia un plan de mercadeo.
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Autor: Joan Fernandez Puig
En 2005 Medellín estaba repleta de un nuevo y simpático modelo de Renault, el Twingo. El carro Venía en todos los colores del arco iris, o sea, había muchas opciones pero no había color negro. A pesar de tener muy claro que no se producían Twingos negros en Sofasa, yo deseaba ese carro negro más que cualquier cosa, mejor dicho, yo tenía un capricho: quería un Twingo Negro.
Después de mucho rogar, suplicar y hacer pucheros, Sofasa accedió a hacerme un Twingo negro bajo una condición del concesionario. Debía asegurar la compra con más dinero, esto por si el banco no aprobaba mi crédito.
Imaginaba la línea de montaje mientras preparaban el módulo de pintura para cumplir mi capricho, e inmediatamente después tenían que limpiarlo para cambiar la pintura de nuevo. Ja.
Foto del primer Twingo negro en Medellín
Por fin estuvo listo mi carro. Los empleados se sorprendieron al verlo llegar al concesionario, más aun cuando les comente que podía recogerlo apenas en un par de días.
-¿Qué vamos a hacer con un Twingo Negro en la vitrina?, dijeron.
– Pues venderlo, contesté rápidamente.
Después de casi dos meses de espera, por fin mi Twingo Negro, el único, el primero. Mi Twingo Negro resultó ser un imán. Mis amigos lo llamaban «El Twingo Effect». Meses más tarde, debido a la demanda por el color, Sofasa decidió poner oficialmente el color negro en su catálogo de ventas de Renault.
Fue así como el capricho de un cliente, se convirtió en una nueva oportunidad de negocio para Renault Colombia.
¡A escuchar al consumidor señores!
Juan Arcila
Integrated Creativity Consultant