POR: Carolina Palacio
 
La razón para seleccionar Tomorrowland, es el amor que siento por la marca y los buenos recuerdos que tengo de ella, pues desde mi juventud tuve un sueño, y era hacer parte de esa magia. Al poder ir el año pasado, comprobé que la magnitud de esa historia mística que año tras año cuentan casi como un storytelling, se comprende y se vuelve realidad únicamente cuando puedes vivirlo tú mismo. Es una experiencia que para los que amamos la música electrónica, no tiene ningún comparativo, y para los no amantes, igual descresta, al ver tantos miles de personas (de todas las razas, estilos, gustos, nacionalidades) reunidos en torno a lo mismo.
 
Tomorrowland cumple un rol secundario de marca claro y es generar tráfico con personas que provienen de muchos de los países del  mundo, lo que es conveniente para la economía europea en general y más en momentos de una clara crisis económica, como la que vienen atravesando desde hace algunos años; donde, por ejemplo, se menciona que para el 2025 podrían alcanzar una cifra de 25 millones de pobres (Perez, 2013). Entonces un evento de tal magnitud, que reunió el año pasado más de 450.000 personas (Ramirez A. , 2015), de los que un buen porcentaje es del resto del mundo, como se comprobó en la preventa de la boletería del festival para el 2015, en la que únicamente Japón, fue responsable de comprar el 40% (Lawrence, 2015).  Por supuesto que promueve los ingresos del turismo y logra por ejemplo, que se incremente la demanda de tiquetes áreos, hotelería y otros servicios, repercutiendo de manera puntual en la economía belga y del hermoso pueblo de Boom, lugar donde se realiza el festival.
 
Con la extensión de línea hacia Estados Unidos, cuyo nombre es TomorrowWorld, también se genera tráfico pues, según publicaciones, a la versión del festival realizada en 2013, asistieron más de 140.000 personas, provenientes de 76 países, lo que generó más de 85 millones de dólares para la economía del estado de Georgia, donde se dijo que “miembros y trabajadores de la ciudad se han visto muy favorecidos por esto y es que aproximadamente 4.3 millones de dólares en impuestos han ido a las arcas locales, el equivalente a pagar 80 sueldos a profesores de escuela a tiempo completo con un salario de 53.000 dólares al año” (Redacción, 2014). Así mismo sucedió con Brasil, país para el que se generó tráfico y que cumplía con el perfil perfecto para traer la marca a Latinoamérica, ya que estaba preparado con espacios ídoneos y aeropuertos, por el pasado mundial de fútbol que también se realizó en ese país.
 
La versión de Bélgica 2014 obligaba, a todos los asistentes, a pasar por la tienda más grande de merchandise, que se ubicaba a unos 200 metros de la entrada principal. Era una parada casi que inevitable, y allí se encontraban todo tipo de productos alusivos al festival y que los asistentes portaban con orgullo o compraban como recuerdo o regalo. De allí ya cada quién iba buscando el escenario en el que quisiera estar, de acuerdo con la programación, sin embargo, si se elegía el escenario principal, las personas tenían que recorrer casi todo el parque, y eso también es muestra de cómo generan tráfico, puesto que en ese recorrido se pasaba por lo menos por 8 de los 15 escenarios distintos, garantizando esto que las personas recorrerían gran parte del lugar y podrían cuantificar la majestuosidad de tan memorable evento.